Papicha: el rey del hardcore y la lírica en el hip-hop peruano

A las afueras de Lima, entre calles que respiran el aroma del caos urbano y la resistencia cultural, nació Raúl Manuel Cortéz Meléndez, mejor conocido como Papicha. Su historia no solo es una crónica del hip-hop peruano, sino una odisea de reinvención constante, de rap convertido en catarsis, y de un joven que moldeó su destino a golpe de rimas y batallas. A los 12 años, cuando otros niños aún jugaban en las esquinas, Papicha encontró en el rap una brújula para navegar su propia vida. La primera canción que escribió, Mujer Luchadora, era una oda temprana al poder femenino, un eco de las mujeres que lo rodeaban y que, en su visión adolescente, sostenían el mundo en sus hombros.

En 2012, un joven Papicha comenzaba a tallar su nombre en la escena del rap peruano con La Libertad Del Lenguaje, su primer álbum en colaboración con el productor Lenov. No era solo un debut; era un manifiesto. Las palabras eran balas, cada verso, una carga emocional que desafiaba la apatía. Años más tarde, con el EP Ma Diálisis, producido junto a Primobeatz en La Placa Records, Papicha propuso algo radical: unificar a las voces emergentes del rap peruano bajo una estética que mezclaba lo tradicional con un léxico afilado y una postura irreverente. Ese fue el inicio de su transformación.

Papicha nunca ha sido un artista que se queda en la comodidad. Sus producciones independientes Sentencia Literaria y Tierra fueron experimentos de profundidad lírica. En el segundo proyecto, reunió a diez exponentes internacionales para un disco que podría definirse como un mosaico del hip-hop global. Sin embargo, su evolución alcanzó un punto de inflexión en Santiago de Chile con la producción de The King of Hardcore. Aquí, Papicha no solo adoptó un nuevo alias, sino una filosofía. El «Rey del Hardcore» se convirtió en una figura que desafiaba las convenciones, entregando un contenido visceral y cargado de energía.

La trascendencia de un rey

El recorrido de Papicha no se limita a los estudios de grabación. Sus discos posteriores como DKINGS, Ma Time, Reborn, y Epsencia consolidaron su estatus como una figura central en la escena. Epsencia, realizado junto al DJ Deportado en Fat Fingers, destaca por la colaboración Lecciones, un tema poderoso junto a Norick de Rapper School. El vínculo entre ambos continuó con Disimular, una colaboración que rompió barreras en el hip-hop peruano.

Sin embargo, no es solo la música lo que ha definido a Papicha. Las competencias han sido un campo de batalla donde ha dejado claro por qué es una fuerza imparable. En 2024, ganó el Ascenso FMS Perú, asegurando su lugar en la Liga FMS Perú 2025, además de conquistar el primer puesto en la Gold Battle Perú y obtener un subcampeonato en la Gold Battle Internacional en Argentina. Estas victorias no son solo trofeos; son la confirmación de que su estilo agresivo, cargado de hardcore, puede resonar en cualquier escenario, desde Lima hasta Jujuy.

Más que un rapero

Papicha es un cronista de su tiempo. Su música no solo aborda el contexto social que lo vio nacer, sino que lo trasciende, tejiendo relatos que conectan al Perú con el resto de América Latina. Sus canciones son testimonios de resistencia, piezas que dialogan con su audiencia mientras diseccionan las tensiones de una sociedad en constante cambio.

En 2024, Papicha no solo es un artista; es un movimiento. Su carrera, forjada con esfuerzo, contradicciones y una lírica impecable, se erige como un faro en el panorama del hip-hop latinoamericano. Quizá, al mirar hacia atrás en unos años, recordemos que fue en Lima, entre calles polvorientas y sueños rebeldes, donde comenzó la historia del Rey del Hardcore, un título que, en su caso, trasciende lo musical y se convierte en un legado.

Papicha sigue escribiendo su crónica enfrentándose al azar y a las circunstancias, pero siempre con una pluma en la mano y una rima lista para hacer temblar al mundo.