Por Salvador Cristerna
El no ya lo tienes seguro. ¡Ve por el sí!
Vox populi
Si No es que el primero, uno de los primeros vocablos que aprendemos durante el proceso de socialización, casi me atrevo a asegurar incluso antes que “Sí”, es “No”. Y si existe una lógica en ello se debe, diría, justamente al hecho de que aprendemos de nuestros errores, puesto que durante el proceso de integración a la sociedad a la cual pertenecemos, de manera permanente se nos corrige para introyectar las formas correctas de hacer y decir: “No toques eso.” “Eso No se hace.” “Eso No se dice.” “Así No”…
No es un vocablo restrictivo, implica inexistencia, prohibición, rechazo: una postura tajante. No se trata de una opinión ni de una actitud, sino de algo definitivo; contundente, pues en él No cabe la más mínima duda: “No es No”, decimos, y cuando queremos que nuestros interlocutores eviten insistir en algo, enfatizamos: ¡No, No, No y mil veces No! De igual forma, cuando por encima de nuestra negativa alguien insiste en lo contrario, apelamos a fórmulas extremas como “Ya te dije que No.” ¿Qué parte de “No”, No entiendes? La “Ene, o la “O”?
A pesar de su simpleza y composición elemental monosilábica a partir de una consonante y una vocal, es uno de los vocablos cuyo significado a veces nos cuesta más trabajo comprender y, en ocasiones, aún más acatar, cuando No simplemente aceptar. No es fortuito que sea la palabra más pesada del vocabulario en cualquier idioma y contexto cultural.
Y tampoco es gratuito, pues como buen vocablo de uso indiscriminado –y dejando de lado lo que puedan decir la Real Academia Española en su Diccionario de la lengua, y su par en México, su significado y, por ende, su interpretación, obedecen a cuestiones mayoritariamente contextuales. De ahí que en ocasiones un No es el extraño eufemismo de un sí, ¿No? Incluso, cuando de él se hace uso al inicio de una pregunta, el No demanda recibir una respuesta afirmativa.
Curiosamente, lejos de alejarnos, derrotarnos o rendirnos, un No nos acicatea para insistir, pues nos motiva más la negación que cualquier otra cosa en el mundo: “¡Cómo que No!”, decimos. “¿Ah, No?, pues ya veremos” “Conque No, ¿eh?”
La negación acompaña nuestra existencia en el día a día desde que comenzamos a hilar un discurso coherente. Es parte de nuestro vocabulario cotidiano. Ese vocablo tan pequeño pero tan poderoso es capaz de cambiar nuestra vida de manera dramática. ¿O es que acaso No existe un No en tu vida que No lo haya hecho ya?
Más aún, te apuesto lo que quieras a que, desde que haces uso del habla de manera consciente, no ha habido un solo día en el cual no lo hayas proferido o escuchado al menos una vez. ¿O No?