EN LOS INSTANTES MÁS BELLOS

Por Alejandro Volta

Hay recuerdos que duelen 
pese a su brillantez,
minutos que arrebatan nuestro tiempo
y lo dejan suspendido en lo triste,
en una lluvia que se vuelve permanente.

Hay sonrisas que se alojan en la infancia,
en el parpadeo de los ojos,
en algún lugar del pasado 
donde nacieron francas,
en días en el calendario
que se hicieron luto,
en fotografías en las que ahora 
me quiebro.

Hay objetos
que no perdieron su función,
pero si su esencia:

         tu sombrero contra el clima,

         la silla que acompañó tus kilómetros,

         el abrigo de estrellas

         que heredaste a mis pasos,

         una casa que entera

         suspira diluvios.

Hay palabras que se hicieron silencio
para volverse ajenas en otra boca,
manos que cocinan el mismo plato
pero que no saben de tu sazón,
un viento que se hizo inaudible
pues mis oídos perdieron su música.

Ojalá me hubieras enseñado
que el dolor suele encontrarse
en los instantes 
                                 más bellos,

para saber qué hacer
con esta orfandad
que se instaló 
el día que te fuiste.

INSTANTE

Cuando el mundo se detenga
y los instantes lúcidos se dispersen,
cuando la vida decida cerrarse
y dejarnos prendidos de sombra,
cuando tu mirada se vuelva vacía
y no haya instante que la reanime,
deja sobre la mesa el naufragio
y márchate.
El adiós se incrusta
no importa la velocidad de la partida,
estremece el espíritu 
y derrumba los naipes
que suponen los buenos días.

No hace falta gritar,
señalar la fortuna
o los daños recolectados,
la fractura es inherente 
desde el pasado.

No digas nada,
por favor
cuando el amor se detenga,
solo márchate.