Por Dianna Vázquez / Rosy Ojeda
¿Qué existe detrás de una foto celebrando la navidad en una casa hogar? Esa misma pregunta nos hicimos seis meses antes de vivir la posada navideña más colorida. Teníamos el corazón lleno de ilusión de vivir esa experiencia y compartir algo especial con niñas y niños que merecen tener recuerdos lindos de esas festividades, así que, pusimos en marcha los motores que harían esta experiencia posible y hoy, queremos que también tú conozcas la respuesta a la pregunta que nosotras nos hicimos.
El buscar una casa hogar a la cual ayudar fue el inicio del camino que, simplemente, se acortó al encontrar una que nos cautivó el corazón. Conocer la historia de Ministerios de Amor y el trabajo que realizan hizo que nuestras emociones se conmovieran y se quedaran con toda la atención. ¿Recuerdas cómo se siente que alguien o algo te robe el sentimiento? Para nosotras era importante darle un giro, al menos uno de sus días, y hacer que en sus recuerdos la navidad fuese una temporada feliz, con momentos divertidos, que los dulces les hicieran tan felices que les sacaran sonrisas y que la convivencia les hiciera saber lo queridas y especiales que son. ¡Vaya que fue una gran experiencia!
Pero como muchas cosas en la vida, no fue tan sencillo, pues llegaron a nuestra mente un sinfín de preguntas; no teníamos idea de lo sencillo o no que esto sería, porque se trataba de convivir con personitas a las que en todo momento se debe cuidar y tener tacto, ya que la realidad que muchos podemos tener no es la misma. La inocencia de la infancia y las experiencias que han vivido les han lastimado: la sensibilidad que tienen debe ser protegida y por ello el reto fue hacer que la institución creyera y confiara en nosotras y el proyecto.
Así que inició la carrera de medio año para llegar al gran día. Nos encontrábamos frente al primer reto, buscar y encontrar los medios para llegar con la persona idónea a quien presentarle el proyecto el cual para nosotras era ambicioso y muy especial. Sabíamos que nuestra primera impresión podría hacer o no posible el que nos permitieran colaborar. Sin embargo, todo salió a nuestro favor y nos dieron la apertura para conocernos y lo más importante, aceptar el proyecto.
Ahora estábamos frente al segundo reto, la logística del evento considerado para una población de 50 niñas y sus cuidadoras; entonces, las preguntas llegaban a nosotras, ¿a qué vamos a jugar? ¿Llevaremos piñatas? ¿Cuántas? ¿Cuántos dulces se requieren para una población tan grande de distintas edades? ¿Cuál es nuestro presupuesto? ¿Qué les regalamos? Nuestra mente trabajó por varios días, sabíamos que con el favor de Dios todo iba a marchar bien. Poco a poco llegaron a nosotras personas con un corazón generoso. Nos empezaron a apoyar, unos aportando en especie y otros con recursos monetarios. ¿Qué insumos se necesitan para hacer una navidad especial para las niñas? Los retos seguían frente a nosotras. La logística estaba lista y aprobada. Ahora quedaba el trabajo y materializar lo que conlleva tener refrigerio, dulces, juegos, regalos y, por supuesto, el pedir posada y partir una piñata: merecían vivir una navidad como la que tú y nosotras conocemos.
Queremos contarte con honestidad que hubo momentos en los que, a pesar del apoyo externo que tuvimos, las compras necesarias para al menos sesenta personas iban aumentando, ya sabes lo que dicen, si vas a ayudar lo debes hacer bien. Con esto frente a nosotras, la angustia llegaba porque no podíamos faltar a nuestra palabra ni fallarle a esas niñas.
Lograr materializar los insumos necesarios había sido una prueba sencilla, comparado a la preparación de los aguinaldos, las piñatas, los bocadillos y el ponche, a unas horas antes de llegar a encender las velas que pedían la posada e iluminaban el inicio de la navidad con Ministerios de Amor.
Todos los retos a los que nos habíamos enfrentado no tuvieron nivel de comparación frente a la lluvia de emociones y sentimientos encontrados tras la experiencia de convivir, compartir y escuchar las historias que nos contaron transmitiéndonos su alegría y conteniendo las nuestras. Conociendo sus caritas e historias, era aún más claro para nosotras la importancia de hacer de ese día especial y el más feliz.
Como en todas las posadas, cantamos para que los posaderos nos abrieran las puertas; jugamos jenga, brincamos resorte, saltamos la cuerda e hicimos mímicas. Las energías necesitaban recargarse, lo hicimos de la mejor manera que teníamos: con bocadillos, tamales de chocolate, refrescos y ponche, porque una vez con energías sería el momento de dividir los grupos por edades y partir las tradicionales piñatas llenas de dulces. Claro, para un niño los dulces nunca son suficientes, nos encargamos de personalizar el aguinaldo para cada uno, ojalá hubieses tenido la oportunidad de ver sus caritas al leer sus nombres en el suyo, con los ojitos llenos de emoción y una expresión de gratitud y felicidad; quizá solo viviéndolo el corazón podría latirte de esa manera.
Todo comienzo siempre tiene un fin. Este final lo hicimos a nuestro estilo, porque lo bonito que sentimos merece ser recordado y que mejor que hacerlo cada vez que leemos esas palabras; así que, dimos inicio a nuestra última actividad: crear e intercambiar tarjetas navideñas que expresaran ellas mismas lo especiales y queridas que son entre. Para nosotras las actividades habían concluido, extendieron el itinerario regalándonos abrazos de los que te roban un suspiro, que sabían a gratitud, a alegría, a amor, lo cual nos hizo irnos con la satisfacción de haber logrado el objetivo, hacer de su navidad con recuerdos de colores y alegría.