Por Margot Cortázar
Si hay algo que verdaderamente me parece revolucionario, valiente, feminista y, sobre todo, un acto enorme de amor, es mirarse por dentro, analizarse, tocar fondo, pedir ayuda, incluso ir a terapia, reinventarse y continuar con la vida.
A Marianne Faithfull hay mucho que admirarle: sus múltiples facetas como artista, su papel como precursora de las mujeres en el rock y en la industria musical, y, sobre todo, su resiliencia como ser humano.
En la década de los 90 fue duramente atacada por la prensa debido a su relación con Mick Jagger. Fue acusada de plagio y poco reconocida en su momento como el ícono que realmente era. No se le otorgó el crédito que merecía porque, según la prensa amarillista de la época, ella no era capaz de ser tan talentosa. Muchos medios de comunicación insinuaban que sus canciones no eran de su autoría, sino de Jagger (lo cual era falso).
La misoginia mediática la llevó a la autodestrucción. Sin justicia, se le adjudicó el término de “juguete roto”, utilizado por la prensa sensacionalista para exhibir el dolor de una mujer después de una ruptura, retratarla en sus peores momentos y hacer público hasta el más mínimo detalle sobre la manera en que gestionaba sus emociones ante la pérdida.
A Marianne le molestaba la imagen que la prensa había construido de ella: una niña angelical y musa corrompida por los Rolling Stones. Su arte era más importante que ser reducida a la etiqueta de “musa del rock”.
Su verdadera carrera comenzó como cantautora después de dejar su relación destructiva con Jagger, a quien conoció en una fiesta en 1964. Jagger y Keith Richards le escribieron As Tears Go By por encargo de Andrew Loog Oldham, mánager de los Stones. La canción fue un éxito y la catapultó como una promesa musical. Sin embargo, en la gira que emprendió tras su lanzamiento, experimentó la crueldad de la industria: la menospreciaban por ser joven, mujer e interesarse en el rock.
En su autobiografía, Marianne cuenta cómo varios músicos de la época se burlaban de ella por llevar siempre una pila de libros a las giras, un hábito que la acompañó toda su vida.
Andrew Loog Oldham quiso venderla como un ícono angelical, pero sus siguientes canciones no tuvieron el mismo impacto. La imagen dulce y recatada que le impusieron terminó por convertirse en una idea artificial que no reflejaba quién era realmente. Además, comenzó a ser vista como una mera extensión de los Rolling Stones, lo que desvirtuó su verdadero ímpetu. Aun así, decidió seguir adelante y realizó dos giras más, de las que se quejaba constantemente. Terminó agotada y nerviosa al darse cuenta de que la vida musical no era lo que había imaginado. En ese momento, el abuso de drogas y alcohol no era su principal interés.
En un altercado con Jagger, antes de ser pareja, él, en estado inconveniente, le vació una copa en el escote en medio de una fiesta. El momento fue insoportable e incómodo para ella, y le hizo notar que no encajaba en ese ambiente.
Años más tarde inició una relación con Jagger, en medio de un cuarteto sexual retorcido con Anita Pallenberg y Keith Richards, con quienes se drogaba por largos periodos en casas de campo. En 1968, los cuatro fueron detenidos en una redada. Este acontecimiento marcó la vida de Marianne: los tabloides publicaron una foto suya semidesnuda y difundieron el rumor de que Jagger, en el momento de la detención, estaba comiendo un chocolate de sus partes íntimas. La noticia salió en todas las portadas, y la prensa británica no tuvo piedad. La forma en que fue expuesta la persiguió durante toda su carrera.
Este suceso convirtió a los Stones en chivos expiatorios del movimiento de Mayo del 68, castigados por representar el mundo del rock. Aunque salieron de la cárcel sin cargos, sus vidas dieron un giro y se convirtieron en estandartes para la juventud de la época.
En varias partes del mundo, el 68 marcó la influencia de la música en la rebelión juvenil, a través de canciones, vestimenta, cine y literatura. Se criticaban y proponían cambios en las instituciones sociales: familia, escuela, religión, así como en los sistemas económicos, políticos y educativos.
Marianne cayó en un espiral de drogas y anorexia. En su autobiografía denuncia la misoginia de la industria musical y cómo, mientras fue pareja de Jagger, le fue prácticamente imposible editar un disco.
Años más tarde lanzó Sister Morphine, que se convirtió en un éxito en la radio por dos semanas, pero fue censurada simplemente por el hecho de que era una mujer quien la cantaba. Con el tiempo, los Rolling Stones incluyeron la canción en su álbum Sticky Fingers, sin darle el crédito correspondiente.
Marianne perdió a una bebé que esperaba de Jagger, quien, en lugar de apoyarla, se dedicó a filmar una película en Nueva Zelanda en la que ambos habían sido invitados a participar. Sumida en una fuerte depresión, intentó suicidarse con somníferos, lo que la llevó a un coma. Al despertar, cayó aún más en el consumo de cocaína y morfina. Su estado se volvió crítico y terminó viviendo en situación de calle, hasta que fue ingresada a rehabilitación.
Formó parte de un trío amistoso junto a Carrie Fisher y Courtney Love, tres mujeres que fueron señaladas porque, en aquella época, parecía estar prohibido ser una rockstar femenina, tener talento y además, ser pareja de grandes íconos del rock. Para muchas de nosotras, ellas se convirtieron en símbolos de libertad, audacia, amor propio y rebeldía.
Para adentrarse en la obra de Marianne Faithfull basta escuchar sus canciones, impregnadas de melancolía y literatura, con una carga de denuncia que, hasta la fecha, sigue vigente en una industria que continúa encasillando a las mujeres en el papel de musas, fans o copias de sus parejas e ídolos. Cada producción musical que propuso estuvo cargada de una filosofía de vida.
Por otro lado, no hay que olvidar su trayectoria en el cine. La elección de sus personajes revela discretamente sus intereses y discurso artístico.
Aunque hoy existe una lucha activa entre mujeres de todo el mundo por ganar espacios en sus respectivas industrias, apoyarnos y acompañarnos más, aún falta reconocer y aprender de aquellas que abrieron brecha. Sumergirse en propuestas artísticas con un contenido crítico, como el de Marianne, sigue siendo un ejercicio necesario.
Hasta ahora, la mayoría de los críticos y medios de comunicación la reconocen más como “musa” de los Rolling Stones que por sus excelentes aportaciones a la música y la industria musical femenina.
Por cierto, existe una entrevista entre Courtney Love y Marianne Faithfull publicada en 2021 en Los Angeles Times, así como su autobiografía publicada en 1999. Altamente recomendable.


