LA MÚSICA, EL SENTIDO DE LA VIDA  

Por Verania Luken


La música ha sido una de las formas de expresión más fundamentales en la vida de los seres humanos a lo largo de la historia. Desde tiempos remotos, los sonidos han sido utilizados para conectar emociones, transmitir mensajes, y establecer conexiones culturales y sociales. La importancia de la música en la vida de las personas es innegable, ya que no solo actúa como un reflejo de nuestras experiencias individuales y colectivas, sino que también posee el poder de influir en nuestras emociones, reforzar nuestra identidad y facilitar el desarrollo de nuestras capacidades cognitivas y sociales.

La música como catalizador emocional

Uno de los aspectos más poderosos de la música es su capacidad para evocar emociones. Ya sea alegría, tristeza, melancolía, entusiasmo o nostalgia, la música puede acceder a las emociones más profundas y complejas del ser humano. Desde una canción que trae recuerdos de momentos significativos, hasta una pieza clásica que genera serenidad o una canción pop que despierta euforia, la música es capaz de afectar nuestro estado de ánimo y alterar nuestra percepción de la realidad.

Esto se debe, en parte, a la manera en que la música interactúa con el cerebro. Estudios han demostrado que cuando escuchamos música, se activan varias áreas del cerebro relacionadas con el procesamiento de emociones, la memoria y el movimiento. Es por eso que ciertas melodías tienen el poder de transportarnos a momentos específicos de nuestra vida, o bien, de cambiar nuestro estado de ánimo de manera casi instantánea.

La música y la identidad

La música también juega un rol crucial en la construcción de la identidad personal y cultural. Desde los adolescentes que encuentran en una banda o género musical un vehículo para definirse, hasta las culturas que utilizan la música como medio de cohesión social, el poder de la música para reforzar la identidad es inmenso. Para muchos, la música no es solo entretenimiento, sino una extensión de quiénes son y de cómo ven el mundo.

Además, la música ha sido utilizada históricamente como un medio de resistencia cultural y social. En muchos movimientos sociales, como el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos o las luchas de independencia en América Latina, la música ha sido una forma de expresar las aspiraciones colectivas y resistir la opresión. Esto resalta la importancia de la música no solo como un arte estético, sino también como una herramienta de cambio social y político.

Música y desarrollo cognitivo

Más allá de las emociones y la identidad, la música también tiene un impacto significativo en el desarrollo cognitivo y social de las personas. Numerosos estudios han revelado que el aprendizaje de un instrumento musical o la exposición a la música desde una edad temprana mejora habilidades cognitivas como la memoria, la concentración y la capacidad de resolución de problemas. La música requiere una coordinación compleja entre el cuerpo y la mente, lo que refuerza habilidades motoras y promueve la creatividad.

Además, la música fomenta la empatía y la cohesión social. Cantar en un coro, tocar en una banda o asistir a un concierto son experiencias que permiten a las personas conectar entre sí, compartir una experiencia emocional colectiva y desarrollar un sentido de comunidad. A través de la música, se crean lazos sociales que trascienden barreras lingüísticas y culturales, lo que resalta su papel como lenguaje universal.

Personalmente, el impacto que ha tenido la música en mi vida se lo atribuyo a su poder sanador y salvador en diversas situaciones, etapas y circunstancias que he atravesado. Me lleva a experimentar lo divino y cósmico de conectar conmigo misma y por ende, con el universo. La música le ha dado sentido y significado a mi existencia.

Conclusión

La música es un componente esencial de la vida humana, con un poder transformador que va más allá del entretenimiento. Desde su capacidad para evocar emociones profundas, pasando por su papel en la formación de la identidad, hasta sus beneficios para el desarrollo cognitivo y social, la música es un elemento fundamental en la experiencia humana. Al escucharla, tocarla o compartirla, estamos participando en una de las formas más antiguas y universales de comunicación, conectando con nuestras emociones y con quienes nos rodean.


Federico Hülsz en el saxofón, Enrique Hülsz en la guitarra, Luri Molina en el contrabajo,
Ernesto Juárez en la bateria, y Verania Luken en la voz