Por Leilany Luna Rodriguez / Nadxhielii Ochoa Mota
El colonialismo no es solo un fenómeno histórico, sino un proceso con efectos persistentes en las estructuras políticas, económicas y sociales actuales. Las poblaciones originarias de América han sufrido, y continúan experimentando, la explotación de sus tierras y recursos, lo que ha afectado profundamente sus sistemas de vida, cosmovisiones y cultura. Ante este contexto, surge la necesidad de una construcción decolonial, simbólica e identitaria que impulse la defensa de la tierra y el medio ambiente. Este enfoque no solo responde a la urgencia de proteger los territorios y los ecosistemas, sino también a la preservación y reafirmación de las identidades indígenas, basada en un vínculo simbólico con la naturaleza.
Decolonialidad y resistencias en la defensa de la tierra
La decolonialidad implica una ruptura con el conocimiento y las prácticas impuestas por el colonialismo que subordinan las formas de ser, hacer y conocer de los pueblos originarios. Esta construcción decolonial no solo busca cuestionar la explotación de sus territorios, sino también desafiar la lógica extractivista capitalista que ha privilegiado la acumulación de recursos sobre el bienestar de los ecosistemas y de las comunidades que dependen de ellos. En muchos casos, la defensa de la tierra se convierte en un acto de resistencia contra la continuidad de estas prácticas colonizadoras que intentan despojar a las poblaciones originarias de su soberanía territorial.
Las perspectivas decoloniales en América Latina, reconocen la relación íntima entre el cuerpo y el territorio y ofrecen una visión poderosa de cómo los grupos marginados (por el sistema) se enfrentan a la opresión y luchan por la justicia y la supervivencia. Esto implica que quienes habitan ciertos territorios se encuentran expuestos diariamente a la violencia, por ejemplo, en México: ya sea en forma de narcotráfico, militarización, falta de acceso a la tierra o desplazamiento forzado. Estos desafíos se han vuelto parte intrínseca de sus vidas, representando una realidad (que los vulnera) habitual y constante.
Además, como mencionó Eward Soja en su texto: “Why Spatial? Why Justice? Why L. A.? Why Now?”, la espacialidad de la vida humana no es solo una cualidad física, sino un producto social creado por las personas, ya que, creamos y vivimos en un espacio que influye en nuestras vidas de muchas maneras, tanto físicas como mentales, nuestra vida es una mezcla de lo espacial, lo temporal, lo social y cultural, y todas estas dimensiones están interconectadas, y, aunque históricamente hemos dado más importancia a cómo los procesos sociales influyen en la forma del espacio, es importante considerar que el espacio también afecta a las relaciones sociales, violando los derechos humanos por un poder fundamentado en encarcelamiento masivo, deshumanización, apropiación de recursos naturales donde se niega la importancia de otras vidas, se niega al planeta mismo.
Visibilizar la problemática de la violación sistemática de derechos humanos de los grupos originarios y afrodescendientes en la protesta por la tierra, territorio y medio ambiente, así como su libre determinación, autonomía, y como el Estado entorpece la acción colectiva, amenaza a la participación a través de la constante discriminación, violencia y racialización estructural que vivimos las personas pertenecientes a los grupos originarios. Es importante mencionar que para diversos grupos originarios, y con sistemas normativos internos, la tierra y medio ambiente tiene un profundo significado y valor ancestral, a través de la cual se ha creado un símbolo y representación, acercamiento con ceremonias, enseñanzas generacionales de su cuidado e identidad ante las comunidades, así como la pertenencia y el futuro que encaran ante las estructuras de poder y falta de garantía a sus derechos humanos por parte de las estructuras institucionales.
Al recuperar la memoria, los saberes y prácticas ligadas a la tierra, territorio y medio ambiente, permite accionar desde lo individual y colectivo, sosteniéndose desde miradas ancestrales; asimismo la mirada a esta protección y lucha busca lograr el bienestar y salud completo de las mujeres porque se vuelve una estrategia de cuidado al interior y de lucha al exterior, donde la tierra es madre, espacio que se habita y se protege. Las comunidades se revitalizan con el medio ambiente, lográndose por medio de la espiritualidad y vínculo con al tierra, de ahí la importante de entender las dinámicas de identidad y símbolos que nacen de la protección del medio ambiente; porque la protección es algo que el sistema patriarcal y capitalista no espera que suceda, entonces visualizar la acción individual y colectiva con un peso simbólico e identitario permite la protección del medio ambiente, de ahí la sanación de la memoria ancestral.
La lucha por la protección del medio ambiente se traduce también en los diversos elementos culturales y sociales que mantienen revitalizadas a las comunidades, permitiendo generar oportunidades de desarrollo ideadas por las comunidades y preservación de su autonomía. Debido a que estas comunidades han trabajado en la organización y apropiación de conocimientos locales, construcción de identidades culturales. Las luchas comunitarias permiten entender las diversas realidades de los grupos originarios no como algo opuesto sino como algo diferente de la sociedad occidental; para estas luchas la tierra, el territorio y medio ambiente son parte de la herencia ancestral.
Por otra parte es importante resaltar algunos elementos en el liderazgo de las Mujeres indígenas en estos movimientos, que a través de este liderazgo han organizado y dirigido movimientos de protesta y resistencia ante el aniquilamiento del medio ambiente, este liderazgo ha sido esencial para la movilización y la toma de decisiones en torno a la defensa de sus derechos. También por medio de la acción colectiva han podido preservar sus tradiciones y costumbres, las cuales están enlazadas a la tierra, territorio y el medio ambiente, en donde comparten saberes en el cuidado de la tierra al momento de sembrar, la utilización de plantas medicinales y la transmisión de estos saberes. También han promovido la educación en la población más joven, enseñando sobre la autonomía para que se involucren en la defensa de la tierra y el medio ambiente.
CONCLUSIONES
Las mujeres que han participado en la protección de la tierra, territorio y medio ambiente han generado estrategias de comunicación, educación y desarrollo económico dentro de sus comunidades para preservar su herencia ancestral para con el medio ambiente. El liderazgo y organización comunitaria de estas mujeres ha permitido continuar con el fomento de conocimientos locales y la construcción de identidades culturales con autonomía.
Reflexionar sobre la noción de «desarrollo» y cómo la instalación de fábricas e industrias en territorios indígenas llegan a ser una amenaza para la cultura y el medio ambiente locales. Comenzar a plantearnos la idea de que el desarrollo también puede significar la valorización de la cultura y la explotación sostenible de los recursos naturales.
Autoras:
Leilany Luna Rodriguez
Leilany Luna Rodríguez, mujer afromexicana y antipatriarcal, es originaria de Camotichán, comunidad ubicada en la Costa del estado de Oaxaca. Licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad del Mar, ha dedicado siete años al activismo en el Ateneo Nacional de la Juventud (ATNAJU, AC). Es parte de la Red de Mujeres por el Desarrollo y Empoderamiento del Estado de Oaxaca (REMUDE). También colabora con Basta Racismo AC y ejerce como Vicepresidenta del Ateneo Nacional de la Juventud A.C.. Ganadora de la Beca del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM para la elaboración de Tesis de Licenciatura y del Mérito Ateneísta 2023, Delegada de la Local Conference Youth (LCOY) Cumbre Climática Nacional en el 2023, participó en la Escuela de Liderazgo Comunitario en poblaciones jóvenes de América Latina y el Caribe, 2023. Tiene certificado de Estudios Afrolatinoamericanos por el Afrolatin American Research Institute at the Hutchins Center at Harvard University 2023 – 2024. Su meta es contribuir a la sociedad generando espacios de conciencia sobre el racismo y la discriminación en México.
Nadxhielii Ochoa Mota
Nadxhielii Ochoa Mota es una mujer indígena zapoteca, afromexicana, feminista, licenciada en Administración Pública y Maestrante en gestión cultural, especialista en políticas públicas con enfoque de género, y coordinadora de Recursos Humanos en Basta Racismo AC. Ha desempeñado varios roles en el sector público y privado, enfocándose en mejorar las condiciones y derechos humanos para prevenir, atender y erradicar la violencia de género contra las mujeres. Ha implementado proyectos de empoderamiento económico de las mujeres en diversos municipios del Estado de Oaxaca y fue coordinadora de la Red de Promotoras Interculturales en cuatro regiones del Estado. Co-fundadora del colectivo Re-Tehuanización, Nadxhielii se dedica a la recuperación del espacio público con miradas identitarias y simbólicas culturales en Tehuantepec. Ha participado en diversos talleres, capacitaciones y diplomados sobre violencia de género y derechos humanos de las mujeres.