Por Ana Gómez Calzada / Diputada local de Aguascalientes
Israel da el primer golpe en una nueva escalada bélica contra Irán, bombardeos sobre instalaciones nucleares marcan el arranque de una guerra que deja atrás los años de confrontación indirecta y nace una nueva etapa de violencia abierta.
Historia y conflicto: Irán e Israel
En 1960, Irán fue uno de los primeros países en reconocer al Estado de Israel. Durante años, ambos mantuvieron estrechos lazos diplomáticos y comerciales, siendo Irán un proveedor clave de petróleo para la nación israelí.
No obstante, la Revolución Islámica de 1979 cambió radicalmente esa relación. El nuevo régimen liderado por el ayatolá Jomeini rompió vínculos con Israel, cerró su embajada y la cedió simbólicamente a la Autoridad Nacional Palestina. Desde entonces, las tensiones se han intensificado, motivadas por profundas diferencias ideológicas, geopolíticas y religiosas.
Durante las últimas décadas, esta rivalidad ha evolucionado hacia un enfrentamiento indirecto: sabotajes, asesinatos selectivos, ciberataques y el respaldo a grupos armados en terceros países.
Irán ha apoyado a organizaciones como Hezbolá en Líbano y Hamás en Palestina, mientras que Israel ha lanzado ataques contra objetivos iraníes en Siria y otros territorios. Lo que antes se desenvolvía en las sombras, hoy se manifiesta como una confrontación abierta y devastadora.
Una guerra sin máscaras
La reciente escalada inició el 12 de junio de 2025, con la operación israelí denominada León Naciente. En menos de 48 horas, Israel bombardeó un centenar de objetivos en territorio iraní, incluyendo instalaciones nucleares en Natanz y residencias de altos mandos militares.
La respuesta de Irán fue inmediata: cuatro oleadas de misiles balísticos impactaron en Jerusalén y Tel Aviv, dejando daños materiales, múltiples heridos y al menos una víctima mortal.
Israel justificó su ofensiva afirmando que Irán está a meses de desarrollar un arma nuclear, lo que representa, según el primer ministro Netanyahu, una amenaza existencial. Sin embargo, esta narrativa contrasta con el silencio sobre el arsenal nuclear israelí: un programa no declarado, estimado en al menos 80 ojivas, que no está sujeto a inspecciones por parte del OIEA. Mientras se exige transparencia a Teherán, el programa israelí se mantiene en la opacidad, resguardado por la complicidad diplomática.
El acuerdo nuclear de 2015, que limitaba el enriquecimiento de uranio a cambio del levantamiento de sanciones, fue abandonado unilateralmente por Estados Unidos en 2018. Desde entonces, las tensiones no han cesado, y ningún marco de diálogo creíble ha logrado imponerse.
Guerra asimétrica, sufrimiento simétrico
En esta pugna de estrategias, quienes más sufren son los pueblos. En Irán, los bombardeos han causado más de 200 muertos y más de 1200 heridos, muchos de ellos civiles. En Israel, los misiles han dejado al menos 34 heridos y daños en zonas residenciales. Las imágenes de familias huyendo, hospitales desbordados y niños marcados por el trauma evidencian una tragedia compartida: las guerras modernas no distinguen entre combatientes y civiles.
La comunidad internacional, como tantas veces, ha respondido con llamados a la contención y declaraciones diplomáticas. La ONU ha convocado reuniones de emergencia, y aunque Estados Unidos, aliado tradicional de Israel, niega haber tenido implicación directa, su influencia sigue siendo determinante.
Mientras tanto, la vida en Teherán y Tel Aviv transcurre bajo sirenas antiaéreas, apagones preventivos y la militarización del espacio público. Los costos emocionales y humanos recaen sobre poblaciones que poco tienen que ver con las decisiones tomadas en oficinas donde el miedo pesa más que la justicia.
Preguntas incómodas, respuestas urgentes
Es comprensible que los Estados busquen protegerse de amenazas reales o percibidas. Pero también es necesario interrogar la asimetría con la que se aplican las normas internacionales. ¿Por qué se exige a Irán renunciar a su programa nuclear mientras se tolera el arsenal israelí? ¿Por qué se condena el apoyo iraní a grupos armados, pero se ignoran operaciones encubiertas de Israel?
Estas interrogantes no buscan exculpar a nadie, sino exponer las contradicciones de un orden global que mide con varas distintas. En esta guerra de relatos, lo que debe prevalecer es la memoria del sufrimiento humano.
La paz no vendrá de más misiles ni de discursos incendiarios. Vendrá cuando entendamos que la seguridad no puede construirse sobre el miedo de otros. Ninguna bomba, por sofisticada que sea, puede llenar el vacío moral que deja una guerra injusta.