SOY UNA INMIGRANTE   

Por Romina Guardino

Soy una inmigrante. Privilegiada. 

Desde el privilegio de mi pasaporte: el color de mi piel, el apoyo de mi familia, el poder cruzar el océano y seguir mis sueños. 

Un amor abrazar este país y conocer una nueva mí misma en esta cultura. 

Descubrir un corazón que ahora está totalmente partido a la mitad, un corazón que crece su amor para estos dos países cada día. 

Pude enfrentarme a las dificultades cotidianas que vive un ser lejos de su familia: el desapego, el desprenderse de costumbres para abrazar otras; aprender un nuevo idioma y acostumbrarse a una comida distinta. 

Este pasado 2 de Noviembre para el Día de Muertos, la ofrenda del Istituto Italiano di Cultura de Coyoacan, dedicada a los Emigrantes, me golpeó en el corazón profundamente, y no pude contener las lagrimas y la conmoción. 

Hacer honor a estas almas que perdieron la vida en el camino, en el mar, en el desierto o arriba de un tren y nunca pudieron conocer su nueva realidad, abre heridas nunca cicatrizadas de una sociedad que niega el derecho de vivir por un papel, cuando el mundo mismo es Emigrante. 

Emigrante es la sangre, el aprendizaje, la memoria… todo se mueve.

El mundo es mestizo, es un cruzar de vidas, un caminar en tierras lejanas porque desde siempre el ser humano ha sido ávido de conocimiento. Pensar que por cuestiones políticas y económicas eso sea ilegal para algunos, me hierve la sangre. 

Para el Día de Muertos experimente muchas cosas: las velitas, las calaveras, los miles de flores de cempasúchil -que hasta probé en una quesadilla-. 

Día de muertos es ese día lleno de colores, baile, mezcal, risas; también, me recuerda que la celebración de la vida es imposible si no se celebra la muerte, este ciclo perpetuo que rige el Universo. La muerte que no hace discriminación de color y nacionalidad que, para ella, finalmente, sí somos todos iguales. 

La muerte que no sabe de privilegios. 

Así que recordar las almas de seres humanos desde siempre olvidadas y marginadas, me hace creer que podemos ser un “mundo posible”. 

Yo soy una inmigrante.