Para Andy, gracias por tu amistad
Amanece; tu cuerpo está tendido
yace encallado sobre la arena
eres un mito
una canción
un error del archivo biológico
revuelto en escamas, aletas, piel.
¿Acaso creen que estás muerta?
No, amores, solo está descansado
una sirena nunca muere, sólo cambia de forma.
William nunca existió, fue una imposición de Pichón –su padre– y de su madre renombrada por Pichón como la Mula, quienes rechazaron a su hija por querer aferrarse a la idea de haber parido a un varón. Autopsia de una sirena (2020) obra de Andy Gamboa Arguedas, es la memoria, un manifiesto de la vida de la Sirena, quien resistió hasta el final por su identidad –libertad–.
Andy trasmutó el dolor de la pérdida de su hermana, en un viaje por los recuerdos y un testimonio por el respeto e inclusión de todas las personas, sin importar su identidad u orientación sexual.
A él, lo conocí un domingo de enero gracias a Alex y Tania dos amistades quienes nos hospedaron en su departamento. La química fue casi inmediata, como si nos conociéramos de siempre.
Él estaba de paso por Ciudad de México, después de una exitosa participación en el VII Festival Internacional de Monólogos Casa Tanicho, en Mérida Yucatán. Donde obtuvo con este montaje el primer lugar del Festival, además de los premios a mejor actor y mejor diseño de vestuario.
Fue ahí, en las charlas con café cuando conocí por primera vez a la Sirena gracias a la voz de Andy. En el dialogo, permeé en las fibras más sensibles, en su importancia de mantenerla viva a través de resignificar su historia mediante el ejercicio escénico. Aunque fue cauteloso en no contarme demasiado, sólo lo suficiente para dejarme enganchada y ver la puesta, la cual presentaría días más tarde en el teatro La Capilla.
El dispositivo escénico presentado por Andy, es un teatro documental biográfico, expuesto a través del biodrama y la tragedia. El cual opera gracias a un monologo con cuatro personajes. La puesta es un golpe seco en el estómago, un desfile de emociones donde participamos de la experiencia de cada personaje. Del goce, pero también del dolor: el espectador se vuelve cómplice de esta autopsia.
Como tragedia, el destino es un elemento central, casi fundamental. No se trata de una mera predestinación a la muerte, sino de una fuerza ineludible misma que rige la vida de la Sirena. Pichón, Mula y su abuela funcionan como las Moiras, estas diosas que definen el curso de la existencia, las acciones de la protagonista, aun cuando intenta evitarlo. Así vemos como estos tres personajes determinan la suerte; la duración de la vida de la Sirena.
Han pasado más de veinte años de la muerte de la Sirena, sin embargo, las condiciones de vida de la población trans en América Latina no han mejorado. Por dar un ejemplo, el 70% de las infancias sufren violencia en sus hogares y el 90% de esta población acaba dedicándose al trabajo sexual. De acuerdo con información del Centro de Documentación de la Situación Trans de América Latina y el Caribe.
¿Cuántas sirenas nos faltan que fueron arrastradas por el mar?, ¿cuántas más tendremos que encontrar sin vida en la calle, arroyos o zanjas?, o ¿quién les hará justicia? Porque sin duda desde la indiferencia, somos cómplices de sus muertes.
“Esta obra no tiene aplausos. Esta obra está dedicada a la memoria de William David Gamboa Arguedas (1983-2002)”