Corría el año 1971. En México se lamentaba el terrible “Halconazo”, en el que decenas de jóvenes murieron masacrados por las fuerzas del Estado; casi al mismo tiempo, se celebraba el disruptivo Festival de Avándaro, donde, al ritmo del rock y la psicodelia, se festejaban el amor libre y la rebelión. Esa misma rebeldía llevó a decenas de mujeres a desafiar al mundo y a todo lo establecido para practicar el más hermoso de los juegos: el fútbol.
Un año antes, Italia fue la sede del primer campeonato mundial de fútbol femenil, un evento no reconocido por la FIFA pero abrazado por algunos gobiernos y patrocinadores que vieron en esta “rebelión” una oportunidad para continuar la lucha por los Derechos de las Mujeres. Porque, jugar al fútbol, es un derecho de todos.
En 1971, seis selecciones femeniles se dieron cita en México: Dinamarca, Argentina, Inglaterra, Italia, Francia y, obviamente, el país anfitrión. México avanzó hasta la gran final, que se jugó ante un Estadio Azteca pletórico y, que vio a las suyas caer ante Dinamarca por un marcador de 3 a 0.
Estas historias de gloria y resistencia fueron borradas por la FIFA y hoy, muy poco se sabe de ellas.
Durante décadas, el fútbol femenil mexicano quedó excluido sin una liga profesional, obligando a muchas jugadoras a enfrentarse a equipos varoniles. Esto cambió en la década de los 90, cuando comenzaron a disputarse los primeros campeonatos mundiales femeniles, demostrando que las mujeres no solo saben, sino que pueden practicar el deporte más popular del mundo.
En 2017, los dueños de los clubes de la Liga MX fundaron la versión femenil del campeonato mexicano. Hoy, tras 15 campañas disputadas, la liga crece a pasos agigantados. Sin embargo, sigue siendo una realidad que la apuesta por el fútbol femenil proviene de unos cuantos equipos. Basta recordar la reciente liguilla del Apertura 2024, que repitió las semifinales del Clausura 2019 y del Clausura 2024: Tigres contra América y Rayadas contra Pachuca.
Nuevamente, las eternas protagonistas. Tigres, Rayadas, América, Pachuca y Chivas han dominado las semifinales, apareciendo casi en un 95% de estas instancias. De los 18 equipos que conforman la liga (en su momento 19, con el extinto Veracruz y Monarcas Morelia), solo cinco han sabido manejar proyectos femeniles sólidos, consolidándose en la cúspide.
Este dominio tiene una explicación: la inversión. Pachuca, Tigres, Monterrey y América son los equipos que más invierten en jugadoras. Según El Financiero, las futbolistas mejor pagadas de la liga, como Stephany Mayor, Jenni Hermoso (Tigres), Katty Martínez (Rayadas), Charlyn Corral y Catalina Usme (Pachuca), están en estos clubes.
Sin embargo, los bajos salarios siguen siendo un problema. Para algunos clubes, el fútbol femenil aún es un requisito para permanecer en la primera división varonil. Un estudio reciente de FIFPRO y la Universidad Edith Cowen reveló que una de cada tres futbolistas profesionales necesita un segundo empleo para sustentarse. Más del 52.8% gana menos de 4,000 dólares al año, y el 73.9% menos de 19,000 dólares anuales.
En México, la brecha entre los equipos de la parte alta de la tabla y el resto es inmensa, reflejada en marcadores escandalosos: Chivas venció a Santos Laguna 10-2 en el Clausura 2024, Pachuca aplastó a Toluca 10-2 en el Clausura 2023, y Tigres humilló a Santos 9-0 en la Jornada 17 de ese mismo torneo.
A pesar de todo, las entradas han mejorado. El récord de asistencia en la Liga MX femenil es de 58,156 personas, logrado en la final de vuelta entre América y Pachuca el 5 de junio de 2023 en el Estadio Azteca. La final de ida rompió récord de audiencia con un alcance de 3.1 millones de personas.
Para alcanzar una verdadera profesionalización, la liga debe generar equipos competitivos mediante mejores ingresos por venta de boletos, derechos de televisión, redes sociales, venta de jugadoras y atracción de patrocinadores sólidos. Aunque no será fácil, Tigres, Monterrey, América, Chivas y Pachuca son prueba de que apostar por el fútbol femenil es rentable y posible.