El nuevo orden económico mundial

Por Ana Gómez Calzada

Ante el anuncio efectuado el 2 de abril por Estados Unidos de un paquete arancelario que repercute en más de 180 naciones, se espera una transformación radical en el tejido económico global, que a corto y mediano plazo afectará a muchos países, pero México puede salir beneficiado.

Podríamos equiparar los aranceles con el regreso de las antiguas políticas proteccionistas, afectando así la globalización y reconfigurando las alianzas comerciales forjadas tras la Segunda Guerra Mundial, generando un ambiente de incertidumbre en los mercados financieros y economías de todo el mundo.

El impacto inmediato de estas medidas se reflejó en la caída abrupta de los mercados internacionales, el repunte inflacionario y la amenaza de una desaceleración económica de alcance global.

Esta estrategia no solo afecta a las potencias tradicionales, sino que también golpea a economías emergentes y en desarrollo, obligándolas a enfrentar mayores costos en sus exportaciones y reformular sus políticas comerciales, lo que genera una nueva oportunidad para nuestro país.

La desconfianza generada por estas medidas ha encendido un debate similar al de la época de la Gran Depresión, cuestionando la viabilidad de un sistema económico ultra globalizado. Bajo la premisa de combatir supuestos desequilibrios y desventajas competitivas, Estados Unidos ha adoptado una política proteccionista, enfatizando las prioridades internas.

México ante el nuevo panorama mundial

En este complejo escenario, sobresale el caso de México, que ha logrado posicionarse de forma notable en medio de este cambio, debido a que otras naciones se ven más afectadas en medio de conflictos comerciales. Nuestro país se beneficia de su estrecha relación con Estados Unidos, fortalecida a través del T-MEC, que nos otorga un marco normativo privilegiado, permitiendo que alrededor del 70 % al 85 % de nuestras exportaciones a Estados Unidos disfruten de aranceles a tasa 0 %.

Este posicionamiento estratégico no es fruto del azar, sino el resultado de años de integración y cooperación bilateral. Además, el cumplimiento de los estrictos requisitos de origen establecidos en el T-MEC ha permitido a las empresas mexicanas adaptarse con agilidad a las nuevas normativas, amortiguando el efecto adverso de los aranceles que han impactado a economías con estructuras menos flexibles.

Aunque nuestro país goza de ventajas notables, también enfrenta desafíos vinculados a la volatilidad del mercado y la intensificación de la competencia en sectores estratégicos. Tal es el ejemplo de Nissan en Aguascalientes, que anunció que detendrá la producción de los modelos Infiniti QX50 y QX55, ensamblados en nuestra entidad y que se exportan de manera exclusiva a Estados Unidos. Además, se anunció que dejaría de producir modelos en Argentina para trasladar su producción a México, lo que nos permite ver que se trata de un reacomodo de su producción.

La capacidad de nuestro país para diversificar relaciones comerciales y ajustar políticas ha sido clave para minimizar los estragos de la guerra comercial, lo que en el futuro nos permitirá consolidarnos como destino atractivo para inversiones y cadenas de suministro internacionales en tiempos de incertidumbre.

La transformación del entorno económico mundial está ocasionando una reconfiguración de alianzas y ofrece el potencial de diversificar mercados, donde México no solo resulta ser de los menos afectados, sino que se perfila como un potencial receptor de mayor inversión extranjera directa, apreciado por aquellos que buscan estabilidad en un contexto marcado por el proteccionismo norteamericano.

Este cambio de paradigma redefine las estrategias económicas a nivel global, dejando de lado la globalización y concentrándose en una especie de proteccionismo. México, al aprovechar su proximidad a Estados Unidos y sus sólidos instrumentos de integración regional, ejemplifica cómo una economía puede prepararse y fortalecerse ante choques externos en un mundo cada vez más volátil.

La adopción de aranceles por parte de Estados Unidos el 2 de abril inaugura una era de reconfiguración comercial que sin duda cambiará el equilibrio económico mundial. Si bien la medida lleva consigo riesgos de desaceleración y tensiones geopolíticas, también genera la importancia de contar con acuerdos robustos y estrategias de diversificación.

La posición ventajosa de México, fruto de años de integración y modernización del comercio exterior, sugiere que aquellas naciones capaces de adaptarse y forjar alianzas duraderas serán las mejor posicionadas para prosperar en este nuevo orden económico mundial.