Salud mental en México: entre el abandono y la mercantilización

Por Alex Mendez

En México, la salud mental es un problema estructural, no solo individual. La depresión, la ansiedad y los suicidios no son meras cuestiones personales, sino síntomas de un sistema que precariza la vida, destruye la comunidad y mercantiliza el bienestar emocional. Mientras las condiciones de vida empeoran, los servicios psicológicos se presentan como un lujo inaccesible para la mayoría.

El Estado ha abandonado la salud mental. Con un presupuesto ridículo y pocos profesionales en el sector público, quienes requieren atención deben pagar consultas privadas que muchas veces replican la lógica neoliberal: responsabilizar al individuo de su sufrimiento sin cuestionar las condiciones sociales que lo generan. No es coincidencia que muchas terapias modernas se enfoquen en la “autorresponsabilidad” o en la “gestión emocional”, mientras ignoran la explotación laboral, la pobreza y la violencia estructural que realmente enferman a las personas.

Es fundamental exigir un sistema de salud pública con acceso universal a servicios psicológicos y psiquiátricos. Pero más allá de eso, la salud mental no se resolverá solo con consultas: se necesita mejorar las condiciones de vida, garantizar empleos dignos, reducir la jornada laboral y reconstruir el tejido social con comunidades que brinden apoyo y pertenencia.

Muchos de los nuevos psicólogos parecen más coaches de autoayuda que verdaderos profesionales de la salud. En lugar de abordar los problemas desde una perspectiva profunda, estructural y científica, muchos reducen la terapia a frases motivacionales y consejos superficiales sobre “ser tu mejor versión” o “mantener una mentalidad positiva”.

Este enfoque individualista ignora que la salud mental no es solo un asunto de voluntad personal, sino que está profundamente influenciada por las condiciones materiales y sociales en las que vivimos. No basta con aprender técnicas de respiración o repetir afirmaciones positivas si las personas siguen enfrentando explotación laboral, precariedad y aislamiento social.

Además, con la popularización de la psicología en redes sociales, muchos profesionales han caído en la banalización de su disciplina. En TikTok e Instagram, vemos diagnósticos express, etiquetas psicológicas usadas como tendencias y una mercantilización de la terapia donde el bienestar se vende como un producto más.

La salud mental es un tema serio que requiere profundidad, no simples consejos de superación personal. Los psicólogos deben recuperar el rigor y la ética de su profesión, en lugar de convertirse en influencers del bienestar.

La verdadera salud mental no puede basarse en adaptarse a un mundo enfermo. No necesitamos más discursos de superación personal, sino cambios estructurales que hagan la vida digna de ser vivida.

Foto tomada de X: @SSalud_mx